Anáforas para aquella constelación.

Como sentir tu mano en la mía,
reconociéndose temblorosas, la una en la otra,
presagiándonos tierna y violentamente.

Como el atronador latir en tu pecho
que descubrí en el abrazo, aquella víspera
del primer encuentro de nuestros cuerpos.

Como la eternidad insondable
asomando en el fulgor de tu mirada
en el vértigo del abismo de nuestro goce.

Como la deliciosa carrera que hacia mi emprendías al verme
arrebatándome sonriente, del ciego anonimato
de una ciudad que no era mas que espera de ti.

Como tu vos al teléfono por la mañana,
dulce vibración solar, convocándome a enfrentar la jornada
con la promesa de tu imagen como horizonte.

Así fue mi sueño.

1 comentario:

FRUiTS dijo...

este si que es precioso